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Malestar
general.
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Deseos
de comer carbohidratos (dulces, pan, pasta, azúcares, bollería, etc.).
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Intolerancia
al humo de los cigarrillos.
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Fatiga
o somnolencia.
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Sensación
de resaca por las mañanas.
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Depresión.
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Mala
memoria.
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Sensación
de «irrealidad» o de «flotar».
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Incapacidad
de tomar decisiones.
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Sensación
de quemazón, hormigueo o entumecimiento.
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Dolor
de cabeza o migraña.
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Dolor
muscular.
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Debilidad
muscular o parálisis,
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Dolor
o inflamación de las articulaciones.
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Dolor
abdominal.
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Estreñimiento
y/o diarrea.
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Distensión
abdominal o gas intestinal.
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Molestias
vaginales (quemazón, picor, heridas, irritación, flujo vaginal, etc.).
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Falta
de deseo sexual.
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Irregularidades
menstruales y/o calambres menstruales.
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Tensión
premenstrual.
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Ataques
de ansiedad o llanto.
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Manos
y pies fríos y/o sensación de frío.
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Irritabilidad.
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Incapacidad
para concentrarse.
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Cambios
de humor frecuentes.
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Insomnio.
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Nerviosismo,
pánico, miedo, taquicardias y sofocos.
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Mareo
o pérdida del equilibrio.
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Sensación
de presión en los oídos.
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Picores
o sarpullidos crónicos.
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Entumecimiento
u hormigueo.
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Indigestión
o acidez.
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Ardor
estomacal.
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Intolerancia
a ciertos alimentos.
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Mucosidad
en las heces.
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Picor
anal.
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Boca
o garganta seca.
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«Ronchas»
o costras en la boca.
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Inflamación
en cualquier parte del cuerpo.
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Mal
aliento.
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Persistente
mal olor corporal que no desaparece al lavarse.
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Congestión
nasal.
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Picor
nasal.
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Alergias.
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Dolor
de garganta.
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Laringitis.
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Afonía.
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Tos
o bronquitis recurrente.
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Dolor
o presión en el pecho.
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Ahogo
o dificultad al respirar.
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Necesidad
frecuente de orinar.
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Retención
de líquidos.
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Puntos
en la visión o visión errática.
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Molestias
oculares (picor o sensación de quemazón en los ojos u ojos llorosos, etc.).
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Molestias
de oídos (frecuentes infecciones de oído o supuración de oídos, etc.).
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Infecciones
crónicas.
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Infecciones
de hongos en la piel, pie de atleta, infecciones vaginales u orales.
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Auto-intoxicación
del organismo.
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Sistema
inmunitario deprimido.
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Sentimientos
de rabia y agresividad.
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Sentirse
como “borracho” después de comer una comida alta en carbohidratos.
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Hipoglucemia.
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Mucosidad
excesiva en la garganta, nariz y pulmones.
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Sudores
nocturnos.
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Poca
coordinación.
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Vértigo
intermitente.
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Estornudos.
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Alergias
alimentarias.
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Intolerancia
a los perfumes, olores de telas, etc.
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Sentirse
“atontado”.
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Cistitis
o prostatitis.
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Infecciones
graves en los riñones.
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Intolerancia
a los ruidos.
Fuentes de información: Cala Cervera/Stephen Byrnes.